Por Gabriel Farías Iribarren http://gabrielfariasiribarren.com/
Si hay una prenda que nunca pasa de moda y se puede encontrar en todos los armarios del mundo, esa prenda es, sin duda alguna, el pantalón vaquero. Desde el comienzo de la Industria de la Moda, los pantalones vaqueros siempre han dominado los departamentos de estilo de las tiendas al por menor y ha sido la tendencia de generaciones enteras. De pantalones vaqueros ajustados a los holgados hasta la tela vaquera negra, esta prenda de vestir ha logrado ganar el corazón de cada persona, sin importar su sexo, edad y origen social; incluso ha sido y es vestida por la nobleza y respetados hombres de negocios que han dado un toque más “chic” a su atuendo formal o tradicional.
Pero, ¿qué tiene de especial esta prenda aparentemente normal y regular? ¿Cómo algo que fue considerado como el símbolo del hombre de trabajo alcanzó la fama y se convirtió en el símbolo de la última tendencia a través de varias generaciones? ¡Vamos a averiguarlo! Hay una razón por la cual la tela vaquera nunca pasa de moda y esto reside en la forma en que funciona la confianza del consumidor.
Mirando hacia 1873, cuando se hizo el primer par de pantalones vaqueros azules, parecía imposible siquiera pensar que estos “monos de trabajo” se convertirían en el artículo de moda número uno en todo el mundo en las próximas décadas. Patentados por Jacob Davis, un sastre de Nevada y Levi Strauss, un empresario estadounidense, los primeros tejanos fueron diseñados para los mineros y vaqueros como un par de pantalones duraderos hechos de materiales resistentes que pudieran soportar el duro trabajo diario. Dril de algodón y remaches de cobre se utilizaron para que fueran aún más fuertes y esto finalmente se convirtió en la marca Levi Strauss & Co. Rápidamente llego a ser la primera compañía de fabricación de pantalones vaqueros azules. En los años siguientes esta prenda comenzó a ganar popularidad entre los adolescentes, la subcultura juvenil del punk rock, pero también de la subcultura hippie y del metal.
Esto se debe en gran parte a la versatilidad y resistencia al desgaste tanto de la tela como del diseño. Amado en su momento por los soldados, trabajadores ferroviarios y, por supuesto, desde mediados de la década de 1950 por una gran cantidad de seguidores de la moda. De hecho, es justo decir que ninguna otra prenda ha alcanzado nunca el estatus de culto por “tocar todas y cada una de las notas” de los consumidores.
Del campo a Hollywood.
Pero, ¿cómo llegamos de los “mono de trabajo” hasta los pantalones vaqueros de múltiples facetas, con ese estilo tan propio que todo el mundo ama, incluso hoy en día? Bueno, esto en parte ocurrió gracias al galán de Hollywood James Dean. Después de que los popularizó en la película "Rebelde sin causa", los resistentes pantalones de mezclilla se convirtieron en un símbolo de rebeldía. Con el tiempo, los pantalones vaqueros fueron desgastados, ajustados y otras cientos de variaciones nacieron del original. Por supuesto, no se trataba sólo de que a Dean le encantara usar esta prenda clásica. La posta en el uso de los pantalones vaqueros fue recogida por otras celebridades de Hollywood como Marlon Brando y “el chico malo” Clint Eastwood, antes de que fueran adoptados también por la población femenina. Hoy en día podríamos decir que es casi una pieza de ropa unisex y extremadamente popular entre las celebridades.
La mezclilla y sus cualidades.
Aunque sin duda hay otras prendas que son más prácticas, favorecedoras y cómodas que los pantalones vaqueros, nada puede reemplazarlos como prenda favorita de uso diario. Hay muchas razones para amar a los pantalones vaqueros y una de ellas es, sin duda, su versatilidad. Pocas piezas funcionan igual de bien con casi cualquier otra prenda de vestir, lo que permite adaptarse tanto al estilo casual como al formal. Además de eso, los pantalones vaqueros son conocidos por su durabilidad y robustez, lo que significa que ofrecen una gran relación calidad-precio. Por último, es obvio decir que la Industria de la Moda actual ha dado un sinfín de opciones- diferentes procesos de lavados y acabados-, lo que garantiza que cualquier persona puede encontrar el vaquero que le guste y se adapte a su estilo.
La tela vaquera disfruta en la actualidad de un momento preponderante en su historia ya que es la elegida en todos los niveles de la moda tanto femenina como masculina, es el centro de atención. Ya no se limita su uso a pantalones sino que se ha extendido a camisas, chaquetas, bolsos, accesorios, zapatillas, etc. Incluso se ha extendido a las prendas deportivas.
La versatilidad de la mezclilla es, según muchos, su más ponderada cualidad y algo que le permite ser sorprendentemente masculina como femenina y al mismo tiempo, extremadamente resistente. Con los accesorios y ropa adecuada, con los pantalones vaqueros se pueden crear trajes para ocasiones semi-formales, casuales e incluso elegantes. Es muy inusual que una pieza de vestir pueda reflejar tal amplia variedad de características en el espectro de la moda.
En general, el secreto para sacar el máximo provecho de la tela vaquera es variar su desgastado y utilizar las diferentes técnicas para lograrlo. Las variaciones y combinaciones con otras telas son prácticamente infinitas. La tela vaquera funciona bien con tejidos más finos, como la seda y el encaje, así como con otras fibras y materiales más duros como la lana o el cuero.
La mezclilla crea confianza en el consumidor.
Una vez dicho todo esto, quizás la razón principal detrás de la popularidad de la tela vaquera es el poder de la confianza del consumidor; empeñado en buscar prendas que trascienden la edad, sexo y condición social. Las personas construyen sus vidas alrededor de la utilidad y la funcionalidad, dos rasgos inherentes a los pantalones vaqueros. La idea misma de unos pantalones universales, que pueden ser usados en múltiples ocasiones por ambos sexos tiene un fuerte atractivo tanto desde una perspectiva económica como social. La popularidad de la tela vaquera es la yuxtaposición de la marginación de las subculturas, una manera que hace que la rebelión sea rebelión pero dentro de una construcción social aceptable y manejable. De este modo se crea la individualidad pero mientras tanto todos siguen la misma tendencia. Esa individualidad gusta, pero a la vez, la uniformidad crea cierta seguridad necesaria en cada uno de nosotros.